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Trote Cochinero (Charlis, Klarin, Uxama, Enrique).

Rutas montañeras

Silla del Rey - Arroyo Carneros

 

Si quieres descargar la ruta para verla en Google Maps o Google Earth(3D) pincha aqui

Esta es una ruta circular de aproximadamente 19 km, con una dificultad fácil. Parte de la puerta del Cosio, trasera del Palacio de la Granja, y entre pinares sube desde 1150 metros hasta 1700 hasta el Sillón del Rey. Para después en fuerte bajada ir a buscar primero el Arroyo del Carnero y después el del Morete. Termina bordeando la valla del Palacio.

22 de Agosto de 2009

Silla del Rey - Arroyo Carneros

Presentación fotográfica del día

Charlis y Uxama

El Paular - Mirador Los Robledos - Casa de la Horca

 

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Esta es una ruta circular de aproximadamente 12 km, con una dificultad baja. Parte a los pies del Monasterio del Paular para coger enseguida el camino del Palero, que nos lleva en moderada subida hasta el mirador Los Robledos y, poco después, a la Casa de la Horca. Nada más cruzar la carretera de Cotos se inicia la vuelta por el lado derecho del río Angostura hasta las Presillas y unos metros más alla de nuevo el Monasterio.

8 de Agosto de 2009

El Paular - Mirador los Robledos

Vuelta por la Casa de la Horca y Las Presillas 

Presentación fotográfica del día

Charlis y Uxama

Coca-Puente Duero

3 - 5 de Julio de 2009

Coca - Puente Duero

Presentación fotográfica del día

 

Viernes 3/7/2009. Viaje de Madrid a Puente Duero y Coca.

Fin de semana de Camino de Madrid que se inició el viernes a las cinco de la tarde con un día de fuerte calor, julio tiene estas cosas. Pese a la calorina madrileña las cabezas estaban llenas de ilusión. Esta vez continuaríamos desde Coca (Segovia) para llegar a Puente Duero (Valladolid). Las mochilas ligeras de equipaje pero llenas de ilusión y muchísimas ganas de sentir libertad.

Este camino solitario pero lleno de espíritu caminero necesita concienciación para el calor y la conversación continua con uno mismo. También tiene la acogida entrañable y cariñosa de sus gentes. Estas proporcionan medios austeros para el descanso y solaz del caminante después de kilómetros bajo el sol impenitente y rompedor de voluntades. Pese a su moderna tradición jacobea ha sabido agarrar con fuerza lo que es la esencia de la peregrinación.

El recorrido, eminentemente llano, muestra el corazón recio castellano. Tierras de campos inmensos de cereal, pinares arenosos que hunden los pies intentando retener al peregrino entre sus sombras calurosas, y sobre todo, soledades actas para conversación interna y profunda.

Hay que recordar, pese a la poca edad del recorrido, la rica historia de sus pueblos. No hay población sin un detalle histórico que alimente la curiosidad del estudioso y que maraville al observador neófito pero que tenga la suficiente sensibilidad para emocionarse.

Esta vez decidimos el acercamiento utilizando dos coches, uno lo dejaríamos en Puente Duero y el otro al inicio, Coca. La salida y recorrido fue largo aunque se evitó bastante bien los atascos de la M-40 y M-50. Sobre las siete de la tarde llegamos a Valladolid. Visitamos brevemente el albergue, después de presentarnos al hospitalero que trasteaba por el jardín regando tiestos. El edificio está coquetamente instalado sobre una casa prefabricada de madera y un terrenito agradable de estar. Encantador sitio para el descanso.

Ya los tres en un solo coche, recorrimos los kilómetros a Coca por carreteras secundarias. Sin querer nuestros ojos escudriñaban el paisaje ligeramente ondulado buscando los lugares por los que pasaríamos en los dos siguientes días.

Desde el coche asustaba la llanura, predominaba el dorado con alguna que otra mancha verde de regadío y pinar. El cielo azul estaba manchado con alguna que otra nube blanca que rompía la monotonía. El conjunto era bello pero áspero como es Castilla.

A las ocho de la tarde llegamos a Coca por la carretera que accede por el famoso castillo. Este se yergue orgulloso como defensor de una población que se remonta a época preromana.

Tras dejar el coche fuimos a recoger las llaves al bar, junto a la puerta de la muralla, aprovechando para sentarnos un rato a tomar la primera "cervecita". Pese al calor, allí se estaba bien, respirando la tranquilidad reinante después del estrés del viaje.

A la media hora fuimos al albergue a dejar las mochilas y tomar posesión por una noche de este edificio puesto al servicio del peregrino. Este es la antigua casa del maestro, tiene dos plantas de suelo de madera que ha sido adecentado y rellenado con muebles y utensilios que me recordaban las casas de los años 60. Respecto a la última vez que dormí aquí (2004) ha mejorado mucho, tanto la decoración como la limpieza. Antes era tétrica, ahora, aunque humilde, es digno y entrañable.

Tiene tres dormitorios con tres literas cada una de ellas. Instintivamente nos colocamos cada uno en una habitación, todo un lujo para otros caminos.

Después del reconocimiento de la casa marchamos a dar una vuelta por el pueblo con la luz del atardecer. La tranquilidad era la nota predominante. Las gentes charlaban a las puertas de sus casas intentando disfrutar del frescor de la tarde. Nos saludaron un par de señoras al identificarnos como caminantes-peregrinos. Nos dieron cuenta de donde recoger las llaves sin que se lo pidiéramos. Eran todo amabilidad y curiosidad.

Cenamos en el restaurante "La Muralla", el mismo sitio donde comimos hace un par de semanas. Apetecible y cómodo lugar, dimos cuenta de una buena cena a un precio muy asequible.

Después de la misma reposamos en una terraza llena de familias que aprovechaban la brisa de la noche. Los niños corrían y chillaban entre las mesas, intranquilizando el conjunto, pero aún así estábamos relajados e ilusionados. La conversación rondó, como siempre, del camino próximo y de los pasados. Cada uno contaba sus anécdotas y peripecias, algunas oídas en más de una ocasión, pero daba igual; estábamos felices y no nos importaba demasiado la repetición.

Sábado 4/7/2009. Coca - Alcazarén.

Dormimos aceptablemente, si exceptuamos los ruidos de la madera y alguna luz que se encendía cuando no debía, los interruptores antiguos hacen estas faenas. Nos reímos de los fantasmas juguetones, aunque si hubiera estado sólo seguro que me hubiera preocupado más. Yo dormí profundamente, aunque hubiera podido estar un par de horas más. Era necesario madrugar para evitar la solanera del medio día.

La luz, previa a la salida del sol, iluminaba las paredes de la muralla y del castillo suavemente, resaltando la hermosura de los monumentos. Cauca dormía mientras que caminábamos hacia la cárcava del río Voltoya y Eresma.

Coca es una población con una larga historia, en cuyo origen estuvieron los vacceos, estos pueden ser considerados como el primer pueblo con presencia documentada estable en la Meseta Norte, en los tiempos históricos, con un origen celta. Posteriormente la ciudad paso por manos romanas, visigodas, musulmanas y, por fin, reconquistada por Alfonso VI en 1086.

Dentro de todos los monumentos destaca el castillo. Fue construido en el año 1453 por el ilustre obispo de Ávila, don Alonso de Fonseca, bajo la dirección del arquitecto Alí Caro. A su muerte la obra fue continuada por su hermano.

En el año 1462, en la población de Coca funcionaba una ceca de emisión de moneda castellana y portuguesa que servía para pagar la mano de obra que intervino en la construcción de la fortaleza.

Estuvo a punto de ser demolido por los comuneros como venganza del incendio de Medina del Campo ordenado por el obispo Fonseca.

Los últimos propietarios fueron los Duques de Alba, que en 1950 lo cedieron al Ministerio de Agricultura para que fuera Escuela Hogar de los Capataces Forestales.

Es un castillo militar de estilo gótico-mudéjar realizado en tapial y recubierto con ladrillo de color rosa, material empleado por los alarifes musulmanes. El conjunto está adornado con una rica decoración hispano-árabe, destacando las combinaciones de ladrillos, lacerías y temas geométricos, cuyos restos todavía pueden observarse.

Es impresionante su presencia y está en un buen estado de conservación. Además de este destacan los berracos prerromanos, la Puerta de la Villa (Siglo XII) y la torre de San Nicolás.

De esta última se puede decir que es una de las iglesias más antiguas de Coca, el primer dato documental conocido es de 1247. De ella sólo queda en pie una esbelta torre. Muy poco se sabe del trazado de su planta y de las características del alzado. En 1715 parece ser que ya no poseía feligreses, aunque seguía manteniéndose como ermita rural. A finales del siglo XVIII queda completamente en ruinas y actualmente forman un pequeño túmulo en torno a la torre.

La torre está construida en mampostería y ladrillo, ha conservado parte del enfoscado renovándose continuamente. Es un ejemplo más de arte mudéjar en Coca. Fechada a finales del siglo XII, se levantó muy poco tiempo después de que en Coca se asentaran contingentes mudéjares. La torre es una imitación de los minaretes islámicos, primando la austeridad de sus líneas.

Con estas visiones de monumentos, dignos de una visita detenida, bajamos hacía el río cercano al cementerio. La vista de la ciudad, con el sol levantándose y perfilando las casas, creaba un cuadro verdaderamente hermoso.

Es una salida muy bella entre pinares que nos acompañan durante tres o cuatro kilómetros. Tuve un cierto sentimiento de soledad con la compañía de los pájaros que empezaban a despertar. Los cucos y los picapinos despertaban los oídos con sus sonidos característicos.

Después de este tramo, el camino nos llevó a una llanura agrícola donde abundaban los regadíos y el cereal, a estas alturas del año ya dorado. Este año no tenían mucha altura pero si bien granados con el futuro pan. En algún campo vimos cuadrillas de trabajadores que se preparaban para la siembra en los regadíos.

Llegamos a Villeguillo sabiendo que las posibilidades de tomar un café serían casi nulas, aunque el pueblo haya hecho el esfuerzo de crear un albergue municipal. En estos pueblos la vida del bar comienza mucho más tarde.

La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol acabada en 1687 y su torre campanario de 1688, es el monumento más destacable. Responde a la tipología de iglesia del barroco de la zona, realizada de ladrillo cocido con muro levantado en tapial. El tamaño y la riqueza del templo denotan la importancia que en sus tiempos debió tener la población, hoy día no llega a los doscientos habitantes, de los que sólo vimos a uno que se movía con su tractor, mientras que el resto estaría durmiendo en esta mañana de sábado.

Se sale del pueblo igual que se entra, por unos enormes campos de cultivo que poco a poco nos dirigen al pinar. En este tramo se encuentra el límite provincial entre Segovia y Valladolid.

El día estaba nuboso y favorecía el caminar, al evitar los rayos del sol. Volvimos a los pinares arenosos que tanto dificultan el paso. Nos aprovechábamos de las rodaduras de los todo terreno y de los tractores para que fuera más sencillo el paso, aunque aún así no fue tarea fácil.

A las tres horas desde el inicio se hizo necesario un descanso bajo la sombra de los pinos. Sobre las agujas de los pinos reposamos un buen rato tomando alguna barrita que nos alimentara. Las sensaciones eran que estábamos solos, sin nadie en las proximidades. Era un placer disfrutar de los detalles que nos muestra la Naturaleza cuando nos paramos a observarla con detenimiento.

Después del descanso continuamos un kilómetro más hasta que alcanzamos la carretera comarcal C-112. La seguimos durante un pequeño rato hasta cruzar el río Eresma sobre el puente de Valdaba, para continuar entre pinares durante otra hora larga.

Antes de salir del pinar decidimos hacer otra parada, ya más corta.

Entramos en Alcazarén deseosos de tomar una cervecita, llevábamos 25 kms sin un lugar donde hacerlo.

El bueno de Klarín, a estas alturas del día un poco cansado y sediento, no pudo retener la boca cuando vio la primera plaza sin ningún tugurio que abasteciera nuestra necesidad de líquido, y se le escapó la frase del día:

-¡Dónde coño está el bar, niño!

En vez de un lugar donde saciar la sed nos recibió una magnífica Oficina de Turismo y Centro de la Tercera Edad. La mujer que lo atendía se deshizo en explicaciones de los servicios y lugares que visitar, así como de la historia. Entre otras historias nos hizo un detallado relato de la detención del famoso bandolero Luis Candelas, en un puesto de aduanas del puente Mediana situado en el camino real de Valladolid a Toledo, en el término municipal de Alcazarén.

Nos acompañó a recoger la llave del albergue a un bar próximo a la Iglesia de San Pedro.

Allí saciamos la sed con holgura para después ir al albergue, ubicado junto a la Iglesia de Santiago y la plaza del ayuntamiento. Este está en un edificio con un patio lleno de hierbas, con aspecto abandonado. Se entra por la cocina y tiene dos habitaciones, con un total de 6 camas. Estaba bastante sucio aunque suficiente para una noche. Tiene agua caliente para la ducha reparadora. Está un poco descuidado esperando que se abra el nuevo, que ya está construido y a falta de mobiliario, según nos dijeron los vecinos.

Tras soltar las mochilas y sin tiempo para ducharnos, fuimos a comer a "Casa Pepín", el único bar que da comidas caseras y apetitosas.

La tarde la empleamos en una reconfortante siesta y en visitar los monumentos. De estos destacan sus dos iglesias, ambas con un ábside románico mudéjar que impresiona por su belleza.

La de San Pedro, ha sido restaurada y convertida la iglesia en centro cultural. Sólo queda el ábside, el resto se encuentra sin tejado pero habilitado como espacio de teatro y exposiciones al aire libre. Es la más antigua, data del siglo XIII, su ábside exterior presenta tres cuerpos de arquerías de ladrillo sin alineación vertical.

La otra, se encuentra cerrada por el mal estado de sus cubiertas. Está datada en el siglo XIV, con estilo románico-mudéjar. Fue profundamente transformada en los siglos XVII y XVIII. Su ábside presenta en el exterior tres arquerías apuntadas de ladrillo con alineación vertical. Está en proceso de consolidación, dudaban los vecinos que se terminaran pronto las obras por falta de presupuesto.

Tienen una tercera iglesia, ya alejada del centro, que es la ermita del Cristo de Humilladero. Está es del siglo XVIII y su estilo barroco, con materiales que nos recuerdan el estilo mudéjar tan habitual en esta zona. En está fue donde dormí hace cinco años en su sacristía, toda una experiencia.

La tarde dio tiempo para todo, estábamos en los días más largos del año. La cena la hicimos en la terraza del bar "Pepín" que toma la calle como extensión del local. Fue agradable recibir el fresco después de un día caluroso.

A las once y media estábamos en la cama dispuestos a dormir. Este día fue muy agradable y caminero, donde disfrutamos de la Castilla auténtica.

Domingo 5/7/2009. Alcazarén - Puente Duero.

Dormimos tranquila y profundamente como se hace en el Camino. El esfuerzo, la naturaleza y el alejamiento de la realidad diaria ayudan a poder dormir ocho o nueve horas sin ninguna alteración. La despertada fue al unísono y no hizo falta insistir para preparar todo para la marcha.

Desayunamos en la cocina las vituallas que compramos el día anterior, teníamos claro que en estos pueblos pequeños los domingos sus gentes se levantan más tarde, y su bares todavía más. No nos importó demasiado para estar cuanto antes caminando, queríamos que el señor sol nos golpeara con sus rayos impenitentes cuanto más tarde mejor y para eso cuanto antes emprendiéramos la marcha, mejor.

Volvimos a recorrer las calles de Alcazarén, pero esta vez con una luz diferente. Es curioso como según sea la hora del día los edificios, las calles y los pueblos nos parecen diferentes y somos capaces de distinguir matices distintos.

Se sale por la Calle Larga que nos fue alejando poco a poco del centro. En breve tiempo desembarca la ruta en los campos de cereal y poco después atraviesa la N-601, carretera que lleva a Valladolid. Se continua un rato entre campos de cultivo, algunos de ellos de regadío, que se suministran con profundos pozos.

Después de una gran alberca, el camino lleva a un gran pinar que recorrimos durante una hora larga. Este es más fácil de andar y la arena no molesta tanto. Caminamos cómodamente pero con el silencio imperando en el ambiente, cada uno se abstraía con pensamientos íntimos, ayudados por la monotonía del paso tranquilo y la belleza natural.

A la hora y media llegamos a la famosa finca Brazuelas. Yo recordaba haberme sentado en un banco de piedra al lado de un cruceiro y de un par de hermosos árboles. Esta vez me sorprendió verlo a unos cien metros del camino, impidiéndonos el paso una puerta de hierro y una valla metálica. Me molestó bastante no poder volver a ver este elemento jacobeo, pero parece ser que los propietarios estaban molestos con la presencia de peregrinos. Desconozco las circunstancias que han llevado a desviar el camino y restringir la visión y disfrute de un elemento tan peregrino, pero estas cosas son pequeños atentados que se deberían pelear.

Siguiendo la valla metálica de la finca y los pinos circundantes fuimos acercándonos al puente sobre el Eresma, por el que discurre la carretera VA-404, que une los pueblos de Mojados y Matapozuelos. Después de seguir la carretera 200 metros se coge un camino amplio que termina próximo a la ermita de las Siete Iglesias y otro puente bajo que permite atravesar el río Adaja.

En este punto realizamos una pequeña parada para tomar oxígeno y tomar un pequeño tentempié. La sombra de los chopos y la abundante agua reconfortaba. Este es un hermoso lugar.

A los 20 minutos reemprendimos la marcha hacia Valdestilla, después de una pequeña rampa nos esperaban casi 40 minutos de solanera rodeados de campos de cultivo, abundaban los regadíos. El pueblo se ve de lejos pero se tarda un buen rato en llegar. El sol a estas alturas ya empezaba a calentar la sesera pero aún así aceleramos el paso, con la cabeza puesta en un buen desayuno.

Este pueblo tiene la típica tipología de un pueblo caminero, toca recorrerlo en toda su longitud aproximándose a los dos kilómetros. Nosotros paramos frente a las iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rosario, en un bar más que apropiado para rellenar las energías gastadas. Fue un almuerzo completo, bocadillo esplendoroso, jarra de cerveza con limón, más bien grande, y café estimulante, para rematar la jugada.

Estuvimos una hora degustando y descansando. Ya habíamos pasado el tramo más largo, sólo nos quedaban los últimos 9 kilómetros.

El pueblo se nos hizo largo, y los dos primeros kilómetros después del puente agobiantes, se recorren por carretera por efecto de la construcción del AVE. Luego, aunque el sendero es pedregoso, se recorre más fácilmente.

Llegamos sobre la una de la tarde a Puente Duero. Esta población toma su nombre del puente medieval sobre el río Duero a partir del que surgió la localidad como lugar de postas o de parada en el camino. Este puente medieval fue volado por las tropas francesas en 1812. El nuevo que se construye a mediados del siglo XIX conserva el viejo trazado con su base de recios pilares, labrados en piedras, y con sus tajamares sobre los que montan los balconcillos para protección de los viandantes. Su estrechez no permite el cruce sobre él de dos vehículos, y el trazado en alzado del tablero, en lomo de asno, impide la visión de un extremo desde el otro, por lo que es necesaria regulación por semáforos para el paso.

En el coqueto albergue nos esperaba nuestro amigo Paco con un magnífico vinito que levantaba la moral y a la sombra se tomaba con placer casi lujurioso. Con la sensación del deber cumplido, aunque con la pena de tener que volver a la rutina diaria, nos fuimos a comer con el magnífico Paco. No faltaron anécdotas y recuerdos.

Después de comer marchamos para Madrid con mucha tristeza aunque ya teníamos prevista su continuación para levantar la moral, un frustrada por lo breve.

Los tres estábamos enamorados de poder revivir el espíritu auténtico peregrino. En otros caminos se están perdiendo las virtudes por un espíritu mercantil y vacacional, que violan la pureza y simplicidad de la peregrinación. Pero en el Camino de Madrid abunda la solidaridad y la sensibilidad caminera.

Klarin, Charlis, Uxama

Segovia - Coca

20 - 21 de Junio de 2009

Segovia - Coca

Presentación fotográfica del día

 

Viernes 19/6/2009. Viaje de Madrid a Segovia.

Fin de semana de Camino del grupo trotinero, esta vez al completo y era el segundo fin de semana que esto sucedía después de varios meses de recorridos individuales o divididos. Salimos de Madrid a las cinco y media recogiendo a los compañeros con el coche.

Las mochilas estaban cargadas de las pocas cosas que necesitaríamos para dos noches. Las caras estaban llenas de alegría por perder de vista la rutina de la ciudad y hacer aquello que más nos gusta, que no es otra cosa que caminar y, si además coincide con el Camino de Santiago, mucho mejor.

El atasco de la M-50 fue inevitable, los urbanitas huyen de la urbe como gatos escaldados. Menos mal que sólo fueron treinta minutos de atasco y por nuestro estado de ánimo no nos importó demasiado.

Nos entretuvimos hablando de nuestras aventuras camineras y el tiempo se abrevió. Muchas de ellas eran repetitivas y otras eran deseos de próximas aventuras. Es curioso que la cabeza marca la longitud del tiempo.

Sin mayores incidencias llegamos a Segovia a las siete de la tarde; tras aparcar el coche adecuadamente en los alrededores de la estación de autobuses, empezamos a caminar por la zona peatonal hacia el centro.

La gente estaba paseando o sentadas en las terrazas de los bares viendo pasar el tiempo. Se notaba más tranquilidad que en Madrid, seguramente era mi cabeza que miraba las calles con otra perspectiva. El acueducto se le veía iluminado por el sol y mostraba toda su belleza. Es increíble como algo en apariencia tan sutil es tan robusto como para resistir el paso de los siglos. Es una construcción maravillosa.

Cogimos una habitación en el hotel San Miguel en la c/ Infanta Isabel, una de las calles cercanas de la plaza Mayor. Los tres dormiríamos en la misma habitación, cosa que ocurrió sólo a medias, aunque las intenciones eran esas.

Segovia estaba en las fiestas de San Juan y había diversos grupos de músicos tocando las dulzainas y los tambores. Animaban las calles con sus músicas tradicionales. Dimos un paseo para ver por donde iba el camino en su salida de la ciudad. Llegamos hasta el Alcázar. Magnífica construcción que parece un castillo de cuentos y hadas con sus torres mostrándose a la llanura castellana. Fantásticas vistas sobre la cárcava formada por los ríos Eresma y Clamores. Destacan el monasterio del Parral, la ermita de la Fuencisla y la iglesia de la Vera Cruz, otros tres espléndidos edificios dignos de una visita detenida. Esta ciudad bien merece ella sola un fin de semana cultural.

Desde esta atalaya se podía ver perfectamente por donde iba la senda hasta el pueblo de Zamarramala, afortunado pueblo que el día de Santa Águeda mandan las mujeres, a diferencia del resto que lo hacen todo el año (¡es broma!).

De vuelta al centro intentamos visitar la Catedral de Santa Maria de Segovia, pero se cierra a las seis de la tarde y nos fue imposible hasta sellar.

Nos sentamos en una terraza a tomar un par de cervecitas y ver pasar la ciudad por nuestros ojos. Estaban animadas las calles desbordando vida y alegría, se notaba que eran fiestas y que la gente deseaba pasárselo bien.

Después de una aceptable cena, que nos dio las fuerzas necesarias para andar al día siguiente, nos fuimos a sentar en otra terraza frente a la iglesia de San Martín. Aunque había bajado la temperatura se estaba muy bien viendo el claustro de la iglesia desde una plaza irregular que acogía muy bien el descanso.

A las once y media volvimos al hotel y nos sorprendió la marcha juvenil de esta calle. Había mucha gente en corrillos charlando y tomando copas.

Pasando por allí me pregunté donde daba la habitación- ¿hacía un patio o hacia la calle?. La respuesta la obtuvimos en cuanto entramos y, por supuesto, era a la calle. Pese a tener la ventanas cerradas el ruido se filtraba y se oía un gran murmullo exterior que dificultaba bastante el sueño. Pese a ello los tres nos acostamos y buscamos dormir para mañana estar en buena forma.

Fue un constante duerme-vela que en momentos desesperaba. El momento climax de la noche fue cuando aparecieron los dulzaineros y tamborileiros tocando músicas tradicionales y modernas que terminaron de despejarnos. En algún momento existió la tentación de bajar a la calle a disfrutar de la fiesta ya que el sueño era casi imposible.

Sobre las cuatro de la madrugada descendió el ruido y se pudo dormir profundamente un par de horas.

Sábado 20/6/2009. Segovia - Santa María la Real de Nieva.

El despertador sonó impenitente a las seis de la mañana, diciendo a nuestras cabezas que era la hora de levantarse aunque nuestros cuerpos querían olvidar el sonido y seguir en los brazos de Morfeo. La noche había sido muy ruidosa. Habíamos acordado levantarnos temprano para aprovechar el frescor matutino en estas tierras que el sol arrecia sin consuelo en las horas centrales del día.

Con mucha pereza y con múltiples comentarios de la noche pasada fuimos levantándonos y ajustando las mochilas. También es cierto que la ilusión de comenzar nos animó.

A las seis y media pudimos desayunar en el bar del hotel servidos por un adormilado vigilante nocturno que seguro pensaba:

- ¿Dónde irán estos locos a estas horas de la madrugada y después de una noche tan movidita?

El café terminó de despertarnos y no eran las siete cuando comenzamos el día caminero. Las calles de Segovia estaban solitarias, sólo algún barrendero y los últimos trasnochadores ocupaban la plaza Mayor. El templete de música y la Catedral se mostraban magníficos con la luz del amanecer.

Sin demasiada prisa llegamos al Alcázar y al sendero que baja la cárcava hasta la carretera que nos llevaría a la iglesia de la Vera Cruz. La luz era magnífica y se veía en su plenitud el camino hasta el pueblo de Zamarramala.

Cuando estuvimos junto a esta magnífica iglesia descubrimos la maravilla de sus formas y los sentimientos invadieron el corazón caminante.

La subida se realiza junto a la carretera siendo necesario voltearse de vez en cuando para ver el paisaje espléndido de la ciudad antigua de Segovia recortada en el horizonte por la sierra. Es tan bello que hay hasta una placa que dice:

"No conozco a nadie que habiéndose acercado a este lugar no haya sido conquistado por esta vista sorprendente" (Robert Gillon).

En esta visión pudimos ver como unos globos iniciaban su ascensión al cielo segoviano en conmemoración de las fiestas de San Juan. Estos artilugios crean fascinación al verlos elevarse lentamente.

Con cierto frescor atravesamos las calles solitarias de este pequeño pueblo. Destaca la iglesia de Santa María Magdalena de Zamarramala realizada en el primer barroco, comenzándose su construcción en 1624 y prolongándose la misma durante siglos (aún falta la segunda torre). Es destacable la obra excepcional del Lignun Crucis, del primer tercio del siglo XVI hecha en plata sobredorada por Diego del Valle. Es un relicario del santo madero en que Cristo fue crucificado. Perteneció a la iglesia de la Vera Cruz y desde 1692 se traslada, junto con otros objetos, a la iglesia. Nosotros no pudimos visitarla por la hora temprana.

El camino desde este punto inicia el recorrido por la meseta castellana sin apenas desniveles y con el sol como compañero peregrino que cuando calienta hace reblandecer las cabezas y dora los cuerpos.

Se marcha por caminos parcelarios perfectamente trazados sin ninguna posibilidad de pérdida. El paisaje mostraba los campos de cereal de cebada y trigo ya dorados por el sol oscilando por efecto de la brisa matinal. Este paisaje duro en las horas centrales del día a esta hora mostraba su imagen más amable.

Nuestra conversación era fluida y, sin dificultad, permitía un avance fácil hacia el siguiente pueblo castellano, Valseca. En un par de ocasiones nos detuvimos y miramos hacia Segovia, donde se podía ver perfectamente la concentración de globos volando orgullosos sobre los edificios y la sierra.

A las ocho y media llegamos a la Ermita de San Roque. Fue construida en honor del santo patrón de la peste, que diezmo la población de la provincia en 1599. En Valseca fallecieron un tercio de sus ciudadanos, lo que motivó su construcción que finalizó en el año 1601.

Poco después pudimos ver la iglesia de la Ascensión; construída entre 1747 y 1749 de estilo barroco por Domingo Díaz Gamones, con numerosos retablos de diversos siglos, con algún vestigio de la antigua iglesia románica que se situaba donde se encuentra la actual.

No realizamos ninguna parada aunque buscamos la posibilidad de tomar un café, cosa que fue imposible al estar cerrado el único bar del pueblo. Con cierta resignación continuamos por los caminos agrícolas perfectamente señalizados por las flechas amarillas y algún que otro mojón.

En apenas una hora llegamos a Los Huertos entrando junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en su origen (siglo XVI) fue un edificio gótico al que se realizaron reformas en época barroca (siglo XVIII).

Buscamos el bar del pueblo pero seguía siendo temprano y sus puertas estaban cerradas. Nos conformamos con un reposo de media hora en el jardín recreativo junto al arroyo San Medel, afluente del Eresma. Ya llevábamos dos horas y media de camino, se necesitaba descansar un poco. Mientras estuvimos ahí el cielo se llenó de nubes que cubrieron nuestras cabezas durante un buen rato refrescando el ambiente.

A las 10 de la mañana reemprendimos el recorrido por un camino que nos llevó a la ermita de Nuestra Señora de las Vegas, situada a unos dos kilómetros del pueblo. Allí estuvo la talla de la citada virgen que fue robada en la década de 1980, y que todavía no ha aparecido. Con el tiempo se hizo una reproducción que es sacada a hombros durante las procesiones.

Se desconoce la fecha de la que data la ermita, pero se sabe que ya en el siglo XII estaba construida, pues uno de los documentos desaparecidos con la talla así lo demostraba.

Poco después el camino gira a la derecha utilizando el desmantelado ferrocarril Segovia - Valladolid. Sus traviesas fueron arrancadas pero todavía quedan bastantes piedras que molestan a los caminantes. Es algo menos de kilómetro y medio pero a estas alturas se hace largo.

Este tramo termina en un puente sobre el Eresma, en la carretera que va a Carbonero. Seguimos esta carreterita durante unos quinientos metros hasta una casa que señala el inicio de un camino que nos meterá directamente en un pinar. La sombra de los árboles nos dio por momentos un cierto frescor, el sol calentaba bastante, las nubes de Los Huertos ya eran historia, habían desaparecido por completo.

En este zona Charlis quiso probarse y aceleró el paso. Yo decidí acompañarle. Dejamos a Klarín atrás, estaba necesitado de ingerir algo sólido. Este primer pinar ya nos mostró un suelo lleno de arena que molestaba y relentizaba la marcha. En poco tiempo salimos a campo abierto rodeados de cultivos de secano de trigo y cebada.

Con el paso emprendido pronto llegamos a Añe y esperamos a nuestro compañero junto a la ermita del Santo Cristo de los Afligidos, donde destacan la imágenes del Santo Cristo y la Virgen de los Dolores.

Ya todos juntos nos dirigimos directamente al bar del pueblo donde pudimos descansar un buen rato y tomar un fantástico bocadillo de tortilla de patata. Ya un poco respuestas las energías, después algo más de 20 kilómetros, preguntamos al camarero por el albergue. Nos dijo que las llaves las tenía el alcalde, que eran las antiguas escuelas y que tenía tres literas en una sala grande junto a un baño con agua caliente. Nos dijo que casi todos los días, en primavera y verano, pasaba algún peregrino pero que en invierno era diferente. También nos comentó que el bar sólo estaba abierto los fines de semana y que era conveniente traer algo de comer si se decidía pernoctar entre semana, el pueblo se suministraba de pequeñas furgonetas que traían un par de días a la semana el pan, la carne, la fruta y demás cosas.

Después de visitar el exterior del albergue continuamos el camino sobre la una. La salida del pueblo se realiza por el mirador del Soto junto al río Moros, donde se puede ver una gran fresneda. Hay que seguir durante un par de kilómetros la carretera que a estas alturas del día calentaba demasiado los pies. Esta carretera va junto al río y proporciona la perspectiva verde de los chopos que crecen a sus márgenes, alegrando un poco la visión.

Después de la carretera se continua la marcha por un camino que dirige al alto del monte donde se encuentran diversas antenas de comunicación. Esta fue la gran subida del día. No es de preocupar pues es tendida y suave aunque durante seis kilómetros se va elevando poco a poco. Es conveniente volverse a ver el paisaje. En este tramo Charlis reemprendió su prueba y fue alejándose poco a poco de nosotros, esta vez había decidido no correr tanto y ayudar a Klarín en su marcha. Se hizo un poco pesado este tramo por el sol que irradiaba su calor impenitente. Comentamos que hoy teníamos suerte que no fuera un día especialmente caluroso, y que una pequeña brisa nos ayudara.

Sobre las tres menos cuarto llegamos al alto y poco después al pueblo de Pinilla de Ambroz, una fuente nos recibió y no dudamos en darnos una buena mojada que refrescara nuestros cuerpos, a estas alturas ya cansados.

Tuvimos suerte y el teleclub estaba abierto en celebración de las fiestas de San Juan. La cerveza entró fantásticamente sentados en una mesa de un local lleno de gente que hablaba muy alto y hacia casi imposible oírnos. Los paisanos nos miraron al entrar como si fuéramos unos bichos raros. Algunos comentaron: "son peregrinos", todos miraban pero guardaban las distancias. Esto me hizo sentir incómodo y nada más terminar la cerveza salí a la sombra de un árbol a reposar mis pies cansados y mis oídos de conversaciones demasiado altas.

Al poco salieron mis compañeros y nos dirigimos hacia el camino que nos marcaban las flechas. Antes de salir del pueblo nos encontramos con su iglesia dedicada a San Juan. Allí había un prado sombreado por unos espléndidos chopos. La tentación de parar fue grande y caímos en la misma. Una siesta en estas horas es inevitable en estas tierras donde el sol goza haciendo sufrir a los osados que no le respetan. Despojados de las botas y apoyadas las cabezas en las mochilas nos relajamos durante algo más de una hora.

El placer llenaba nuestros cuerpos y el sueño se acercó a nosotros. Después de una noche de insomnio y veintiséis kilómetros de andadura fue inevitable dar alguna cabezada. Se estaba muy bien en esta pradera frente a la iglesia, que no muestra muy buen estado. Hacer el camino no es solo esfuerzo también son imprescindibles momentos de relajo.

Después de un rato de meditación profunda, y enfriamiento de los pies, el buen humor imperaba entre nosotros. Sabíamos que apenas nos quedaban seis kilómetros para nuestro destino de hoy, lo más duro ya lo habíamos pasado y tan sólo quedaba un poco más. A las cuatro y media reemprendimos la marcha por un camino en descenso que permitía ver la amplitud de la llanura castellana, apenas en el horizonte se podía distinguir algún pinar, el resto resaltaba el color dorado de los campos de cereal. Poco a poco nos acercó el camino a la vía de alta velocidad que va de Valladolid a Madrid, pudiéndose ver un poco más allá nuestro destino de hoy, Santa Maria la Real de Nieva. Esta vía de ferrocarril se atraviesa por un puente moderno que nos encamina directamente a la plaza.

En el paseo hacia el albergue nos encontramos con el hospitalero, Javier. Él junto con su esposa son los artífices de este albergue privado que se subvenciona con la voluntad de los peregrinos que allí pernoctan. El dormitorio es pequeño pero muy coqueto, se compone de tres literas cubiertas por unas agradables colchas de cuadros. También tiene un baño y una cocina con todos los utensilios necesarios para prepararse la comida. Es loable el esfuerzo de esta pareja que sin haber hecho el camino ofrecen una hospitalidad admirable.

Sin pensarlo nos dimos una ducha reparadora que nos quitara el polvo y nos tonificara el cuerpo. Ya con ropa limpia y con las chanclas nos dirigimos a disfrutar del pueblo. Visitamos el monasterio. Hermosa construcción donde destacan los capiteles historiados de su claustro.

Después de esto tomamos un reparador refresco en la plaza, protegidos por sus característicos soportales. (¡Recuerdas Klarín a nuestra amiga bielorusa!). Después de un día de esfuerzo estos momentos son fantásticos para reposar y comentar las incidencias del día.

Antes de la cena realizamos la compra del desayuno del día siguiente, sabíamos que en estos pueblos es difícil encontrar algo abierto antes de las diez de la mañana y nosotros queríamos empezar a caminar antes de las siete.

Para disfrutar de la cena tuvimos que andar cerca de dos kilómetros, hasta un hostal en la carretera que lleva a Segovia, pero después del descanso no nos costó demasiado el paseo con la perspectiva de una buena cena. Efectivamente esto sucedió y no nos amedrentamos a la hora meter en el cuerpo un buen plato de callos después de una abundante ensalada, tampoco faltó una botella de vino de la tierra. El precio del menú no supero los diez euros con las cervecitas iniciales.

De vuelta volvimos a parar en la plaza a tomar un "chisme" disfrutando de un frescor nocturno que agradaba los ánimos. A las once y media ya nos encontrábamos tendidos en las literas dispuestos a dormir después de un fantástico día de camino que mañana continuará.

Domingo 21/6/2009. Santa María la Real de Nieva - Coca.

Dormí profundamente y cuando sonó el despertador ya estaba despejado para empezar el día. Mis compañeros aunque oyeron bien el sonido se quedaron quietos para ver si podían seguir durmiendo un rato más, pero suavemente di los buenos días que respondieron con pereza.

Pese a todo a las seis y diez ya estábamos preparando los bártulos para este segundo día de camino. Calentamos la leche que acompañamos con zumo de naranja y cuatro magdalenas que preparara el cuerpo para el ejercicio.

Recogimos con el mayor cuidado que pudimos el albergue, siempre hay que dejar las cosas como las recibimos. Comenzamos caminando despacio hacia el pueblo de Nieva, esto se hace por un camino que evita la carretera y que salva el pequeño desnivel existente entre ambas poblaciones. Es rememorable la plaza de toros de Santa María, realizada con piedras de pizarra que le dan un color especial.

A esta primera hora los brazos se quedaban fríos pero pensando el calor que se pasaría después aguantamos estoicamente, la verdad es que ninguno llevaba un polar. En poco más de media hora llegamos a las calles de Nieva, que se atraviesa pegados a la carretera. A unos doscientos metros, después de las últimas casas, el camino se adentra en un extenso pinar que nos acompañará durante 9 kilómetros.

Al principio el camino es fácil y muy agradable, al poder degustar el olor de los pinares resineros y los sonidos de los pájaros, en especial algún que otro "cuco" despertaba al día. Después el suelo se vuelve arenoso y dificulta bastante el paso. Nos obligó en muchos momentos a salir a los bordes herbáceos para evitar hundirnos, aunque tenía el inconveniente de topar las piernas con las ramas.

La conversación era amable y distendida haciendo breve el recorrido hasta el final del pinar. Este dio paso a una gran zona de regadío previa a la llegada al siguiente pueblo. Este parece que se aleja según nos aproximamos a él. Fueron casi 3 horas las que nos costo llegar a Nava de la Asunción. Este pueblo está muy extendido y con mucha riqueza agrícola e industrial. Es destacable por su ermita del Santo Cristo de la Expiración y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

En el centro del pueblo realizamos nuestro almuerzo del día consistente en un buen bocadillo y un café con leche. Estuvimos cerca de una hora parados y hasta las 10 y cuarto no nos volvimos a poner en marcha. Hicimos las fotos de rigor a los monumentos, como casi siempre cerrados, y marchamos con tranquilidad por un camino de acceso a la vega de regadío donde entre otros productos se distinguía el maíz.

En unos dos kilómetros se atraviesan las vías de alta velocidad por un túnel y poco después nos adentramos en otro pinar con su característico suelo arenoso de difícil caminar.

Esta vez íbamos todos juntos conversando y pensando en nuevas aventuras. Después de dos horas paramos debajo de un pino a reposar un poco los pies.

Sólo quedaban veinte minutos para llegar al final de la ruta y hacíamos pereza en terminar.

La entrada a Coca se realiza encajonados entre el cañón del río Eresma y unas fincas agrícolas. Nos resultó curioso ver como en una de ellas había un mastín que cuidaba y jugaba con dos jabatos, sin que estos se asustaran por la proximidad del perro, eran amigos de juegos.

Sobre la una llegamos a la plaza, nos esperaba la Iglesia de Santa María la Mayor, construida sobre 1520 sobre los cimientos de una iglesia románica del siglo XII. De allí nos dirigimos hacia la muralla y la puerta de la Villa. Pudimos ver los Verracos prerromanos y descansamos tomando una refrescante cerveza en una terraza cubierta por los árboles.

Aquí se acababa este mini camino que nos ha enseñado la belleza variada y dura de la provincia de Segovia. Se inició en los bosques de pinos del Alto de la Fuenfría y termina con los campos de cereal y los pinares resineros. Estábamos tristes por tener que volver pero contentos por lo recorrido y visto en estos dos días.

Pronto continuaremos.

Uxama

Tras las fuentes del Manzanares

 

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Esta es una ruta lineal de aproximadamente 16’4 km, con una dificultad moderada, pues los desniveles son bastante grandes (una media del 18%) y en algunas zonas la vereda que se sigue, de nombre Vereda de los Mesones, es bastante angosta, pero con la contrapartida de los paisajes de montaña y las cascadas del rio Manzanares en sus primeros kilómetros de vida.

13 de Junio de 2009

Tras las fuentes del Manzanares

Puerto de Navacerrada - Manzanares el Real 

Presentación fotográfica del día

Esta ruta de travesía permite recorrer desde el nacimiento del Manzanares hasta Canto Cochino lugares emblemáticos de la Pedriza. Sus desniveles son fuertes y no tanto por la subida, que se desarrolla en la primera hora de marcha, como por la bajada del resto. Al principio se sube más de 400 metros de desnivel para posteriormente bajar 1200. Esto último convierte a las rodillas en protagonistas por encima de los píes.

Los trotineros iniciamos el día en el puerto de Navacerrada (1858 metros). La mañana era espléndida amenazando un día de calor aunque en ese momento era muy agradable. Comenzamos la subida por un camino perfectamente marcado que nos permitió ver Siete Picos, Montón de Trigo, Cuelga Muros, Abantos y la llanura madrileña con sus embalses más característicos. La ascensión es sencilla hasta la creta de la Barranca donde se nos muestra este otro valle que nos hizo recordar anteriores aventuras. Aquí la ruta empieza a crestear en dura ascensión hasta alcanzar el camino de cemento que lleva a la Bola de Mundo o Alto de Guarramillas. Es una hora a paso tranquilo, donde habremos terminado la parte de ascensión (400 metros).

Las vistas son amplias y se puede ver varios montes por encima de los 2000 metros, destacan Peñalara, Valdemartín, Cabezas de Hierro Mayor y Menor y, por supuesto, la Maliciosa.

Nuestra conversación era amable y distendida pese a la subida. El camino era cómodo y las panorámicas espléndidas. En el punto geodésico nos hicimos las fotos de rigor.

Desde las instalaciones de la Bola cogimos un sendero con suelo de ladrillos rotos que supusimos ocultaba una tubería, esta se dirigía a una caseta de cemento negro. A mitad de recorrido se divisa el enorme nevero que se agarra a las paredes del origen del Manzanares. Este circunda una gran pradera donde el agua rezuma de la tierra y la hierba húmeda alimenta a un rebaño de vacas. El lugar me recordó a las pequeñas praderas pirenaicas, me maravilla que sólo a 50 kms. de Madrid pueda aparecer este espectáculo alpino. Todo estaba despejado de árboles y era factible ver los meandros y el recorrido lento del río a lo largo del valle. En la lejanía se distinguían las estribaciones de la Pedriza, pero antes se disfruta de la visión de dos o tres kms. del valle herbáceo que da origen al río. Evitamos pisar el nevero helado y paramos junto a la caseta a disfrutar de esta parte de la sierra que relaja el ánimo y despierta los mejores sentimientos..

El conjunto era idílico y digno del esfuerzo de la ascensión.

Después de disfrutar un rato continuamos el esfuerzo buscando el lado izquierdo del río, allí todavía arroyuelo. Tuvimos que pisar la hierba en muchos lugares encharcada y que cubría media bota.

No se puede decir que haya un único punto donde se filtra el agua sino que es toda la extensión del nevero, y alguno cercano, los que proporcionan el líquido que fluye ladera abajo.

Es un agradable paseo en un día soleado con un cielo azul claro. En la bajada se distinguen el alto de la Maliciosa que orgulloso se eleva para ser fácilmente visible. Algunas torrenteras siguen proporcionando líquido cristalino al cada vez más definido río. En una de ellas un nevero creaba una cueva de hielo a las que nos acercamos para fotografiarnos. Supongo que en apenas quince días los neveros desaparecerían para que sólo se alimente el río con las aguas freáticas y subterráneas.

Atravesamos diversas praderas, nunca extensas, en terrazas. El descenso se incrementa poco a poco y los primeros pinos aparecen dispersos rodeados de hermosas plantas que muestras sus flores amarillas.

Sobre las doce llegamos al camino de las zetas que viene de Canto Cochino, nuestro destino final, después de realizar numerosos zig-zag. Este camino de servidumbre forestal construido para los servicios de ICONA y bomberos tuvieran acceso fácil hasta este punto a más de 10 kms de la plataforma de Canto Cochino. Decidimos continuar pegados al río hasta su final.

La trocha que va paralela al río se hace angosta y se encajona en la montaña teniendo siempre de frente la costilla central de la Pedriza, distinguiéndose perfectamente las llamadas Torres. El sendero, en algunos puntos apenas marcado, se defiende del paso del caminante con ramas, piedras y con algún que otro desnivel. Al principio es entretenido pero son cerca de cinco kms. que se hacen algo pesados, aunque la belleza es indudable y muy conveniente hacer alguna parada para degustar del entorno.

Según se baja se incrementa la vegetación y en una de las sombras a pie de camino paramos a degustar un tentempié que repusiera las fuerzas. El calor comenzaba a ser agobiante aunque los aromas de jara y lavanda lo llenaba todo. El río se abría paso forjando pequeñas cascadas entre las piedras graníticas.

Después de reponer fuerzas continuamos durante otra hora por este sendero que en momentos hacía zetas para salvar fuertes desniveles. A las tres llegamos a un lugar que permite salvar el río por dos puentes de tablones de madera que da paso a un pequeña explanada con pinos, aquí vale la pena la parada para disfrutar del gorjeo de los pájaros.

Poco más adelante nos unimos a la pista que sube desde Canto Cochino. Aquí el paso se hizo cómodo y en menos de tres cuartos de hora llegamos al primer bar.

Antes pudimos saludar a bastante gente que acudía al río a bañarse con sus trajes de baño, toallas y neveras. Estos tienen que caminar un par de kms. desde el aparcamiento.

La cerveza con limón nos pareció fantástica después del esfuerzo.

Como resumen se puede decir que es una bella andadura que desgasta bastante las rodillas, pero que vale la pena el esfuerzo para descubrir el nacimiento de este río que baña la Comunidad de Madrid.

Uxama

Cercedilla - Segovia

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30 de Mayo de 2009

Cercedilla - Segovia

Presentación fotográfica del día

Hoy se reinicia el Camino de Santiago de Madrid de la Asociación San Guillermo de Arnotegui. Me toca de nuevo madrugar pero hoy no es para aguantar ocho horas de trabajo, me espera el aire libre, cuestas conocidas (no por ello menos duras) y un grupo de amigos.

Con la mochila llena de ilusión, agua y algo de comida me encamino a buscar a Fernando, hoy se quiere probar después de su infarto. Me crea alguna duda y temor su condición física aunque ya ha hecho algún paseo largo. El Alto de la Fuenfría es muy exigente con sus seiscientos metros de desnivel en menos de ocho kilómetros. Subiremos despacio e iremos viendo como va.

En Chamartín nos juntamos los caminantes. Excepto Fernando y yo ninguno conoce esta etapa del Camino de Madrid, les comentamos la dificultad pero les damos ánimos y quitamos hierro a sus temores. El grupo es variopinto, va desde los veinti pocos a casi sesenta, la forma física también es variada y las mujeres son mayoría. Pese a todo desde este momento ya somos grupo en una experiencia caminera.

Durante el recorrido en tren y en Cercedilla se nos incorporan nuevos elementos, al final seremos 13.

El paseo se inicia a las nueve y media en un día claro con nubes, la temperatura permite caminar sin problemas en manga corta y en los momentos de subida sudar. Al valle se le ve verde brillante con sus laderas desbordando la primavera después de un invierno muy duro. La vegetación grita a la vida después de las nieves que la durmieron.

El recorrido hasta el aparcamiento de Casa Cirilo se hizo un poco pesado, el ir por una acera o por el arcén de la carretera no estimula demasiado. También tengo que decir que la conversación y el ver los desniveles del entorno entretuvieron las cabezas. En todo recorrido es inevitable que la aproximación y la terminación sean las partes más pesadas, y esta no es de las peores. Las praderas de Casa Cirilo con sus mesas de granito incitaban a realizar un día campestre con tortilla de patata y filetes empanados.

En este punto se acumulaban cantidad de vehículos aparcados de gente que había ido a pasar un agradable día de campo. Nosotros aquí ya llevábamos cuatro kilómetros de una ascensión de unos ciento cincuenta metros de desnivel.

Algunos del grupo habían dejado aquí el coche y habían emprendido la subida despacio, entre otros Fernando, iban a subir despacio. El resto, que tampoco íbamos a correr, llegamos aquí ya sudando, alguno ya tenía dudas de donde se había metido pero entre todos les animamos a continuar.

En este punto la carretera desaparece y comienzan las marcas de puntos blancos mezclados con las flechas amarillas que son nuestro referente. Estos puntos marcan la ruta diseñada para pisar la Vía histórica. Esta Calzada romana data del siglo I de nuestra era, siendo emperador Vespasiano, general de gran prestigio y sucesor de Vitelio. Su trazado original era de Titulcia a Segovia, siendo el puerto de la Fuenfría el paso hacia la meseta segoviana. Sufrió diversas trasformaciones, sobre todo durante el reinado de Felipe V (1715/1746), cambiando parte del trazado original para dirigirlo hasta la Granja. Pierde vigencia a partir de 1750, con las obras de remodelación del puerto del León y se abandonó definitivamente con la construcción, en 1.856, de la carretera del puerto de Navacerrada.

El trazado, cercano a distintos arroyos, garantizaba el abastecimiento de agua, y obligó a la construcción de un número considerable de puentes, de los que pudimos disfrutar de tres: puente de la Venta (antes del centro de interpretación), del Descalzo y del Medio.

Poco después de pasar el puente del Descalzo una valla de madera se inicia la auténtica subida. Desde aquí se puede descomponer la ascensión en tres bloques con pequeños descansos, que permiten coger aliento al paseante. Aproximadamente cada uno de ellos duran entre 15 y 20 minutos.

En las pequeñas paradas se puede disfrutar del ruido de los picapinos y del arroyo que pasa en las proximidades. Si nos fijábamos bien podíamos ver como el polen amarillento de los pinos formaba pequeñas nubes a poco viento que hubiera. Estos eran una orgía de vida que lanzaban para fertilizar el monte con nuevos pinos.

Nos costó tres horas llegar al alto con las camisetas sudadas pero orgullosos del reto vencido. El paisaje y, en particular, el valle era esplendoroso, era un manto verde pegado a la montaña que daba contraste con las crestas de los montes conocidos y la llanura madrileña.

Sin descansar mucho en el alto continuamos, ya en suave bajada hacia nuestro destino. Aquí si que se podía disfrutar mucho más del paisaje arrogante, orgulloso y, sobretodo, hermoso. Las crestas de Siete Picos, Bola del Mundo y Peñalara nos acompañaron durante un buen rato. Al poco de bajar nos desviamos a coger de nuevo la calzada romana aquí alfombrada de hierbas y despojada de piedras. Pasamos por las ruinas del falso convento de Casarás. Las ruinas que hoy día podemos contemplar, corresponden a lo que fue un pabellón de caza de Enrique III, agrandado por Enrique IV y convertido en residencia real por Felipe II, por consejo de su secretario Francisco de Eraso, siendo el maestro de obras Gaspar de la Vega, y terminándose las obras en 1571. Posiblemente de ahí viene lo de Casarás, ya que la reconstrucción fue conocida primitivamente como "Casa Eraso", que en el habla popular derivaría después a Casarás. Junto esta casa hubo también un "pozo de nieve" para suministro del cercano palacio de Valsaín.

Un poco más adelante, en la fuente la Reina, hicimos una parada de quince minutos para refrescarnos en su hermoso chorro de agua fría. También sirvió para reagruparnos y compartir las peripecias y los sentimientos de la subida.

Después de esto marchamos durante una hora por este pinar explotado desde hace siglos y que sirvió para la construcción de los barcos del Siglo de Oro.

A las dos y cuarto paramos a comer en una fantástica pradera. Allí dimos buena cuenta de las viandas y de alguna bebida espirituosa que nos ayudó a degustar una breve siesta reparadora. Me encantan estos momentos, me siento libre y liberado de las tensiones diarias. Allí sentados en circulo y moviendo las mandíbulas tuvimos uno de esos momentos camino que tanto nos gustan.

Nos quedaban unos trece kilómetros para llegar a destino y el tiempo amenazaba con tormenta en algún momento. A las tres y cuarto nos volvimos a mover con pereza. Seguimos durante más de una hora por el bosque de pinos, para de repente abrirse y mostrar la infinita llanura castellano-leonesa. Ahora estaba todavía verde pero en breves día se tornará en ocre. Parece increíble tener las crestas cercanas a los dos mil metros en la espalda y al frente el llano que se funde con el horizonte. También se muestra la ciudad de Segovia con las torres orgullosas de la catedral como elemento más destacable.

En esta pradería pacían tranquilamente unas vacas negras con unos cuernos “vitorinos” que no nos daban tranquilidad, supongo que ellas se limitaban a mirar curiosas el paso de unos bípedos con la intranquilidad de lo desconocido.

En este tramo el camino se pierde, con la única referencia de un sendero unos centenares de metros más abajo. Sin demasiado problema se llegó al mismo dándonos paso a la fuente de San Pedro. Repusimos las cantimploras en su pequeño chorro.

Faltaba hora y media para coger el tren y dudábamos que llegáramos a tiempo. Teníamos la confianza que hubiera otro dos horas después, aunque no era seguro.

Atravesamos un par de cancelas que impiden la salida de ganado y poco después el puente sobre la vía del AVE. Aquí decidimos cambiar el recorrido y acercarnos a la estación de alta velocidad y llegar a Segovia en autobús con tiempo de coger el tren de cercanías de vuelta.

Aquí volvimos a tener suerte, un rayo había impactado en las vías del tren de cercanías y habían suspendido el servicio. Preguntamos por la vuelta desde aquí, ofreciéndonos billete en el Avant que venía de Valladolid que salía a las ocho y cuarto, llegando a Madrid en 32 minutos, y todo por un euro más que el otro.

Nos dio tiempo a una cervecita reparadora y a recorrer esta nueva vía que vuela bajo los montes que habíamos caminado.

Un día fantástico de sol y nubes por esta sierra del sistema Central.

Uxama

TABALLON DEL MONGALLU-PN DE REDES

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Esta es una ruta de ida y vuelta de aproximadamente 9,5 km, con una dificultad baja, pues aunque tiene desniveles, excepto los ultimos cien metros el camino esta en excelentes condiciones. Discurre por los valles asturianos del Alto Nalón entre hayas y acebos, y va desde el pueblo de Tarna hasta el Taballon.

16 de Mayo de 2009

Presentación fotográfica del día

CAÑON DE LOS ARRUDOS-PN DE REDES

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Esta es una ruta de ida y vuelta de aproximadamente 9 km, con una dificultad baja, con el camino en excelentes condiciones y desniveles más que razonables. Partiendo de las afueras del pueblo de Caleao, discurre por los valles asturianos del Alto Nalón del Parque Natural de Redes siguiendo el curso del rio Los Arrudos, encajonado entre murallas de piedra.

16 de Mayo de 2009

Presentación fotográfica del día