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Trote Cochinero (Charlis, Klarin, Uxama, Enrique).

Subida a Abantos desde El Escorial

Subida a Abantos desde El Escorial

17 de Enero de 2009

Presentación fotográfica del día

Descripción de Desnivel

Descripción de Klarin 

 Me recogió Alberto a las nueve. Y en menos de una hora, nos plantamos en El Escorial. Hacia una estupenda mañana, muy luminosa,  clara y fresca.

 

 

Nos tomamos un café para entonar el cuerpo, y nos pusimos en marcha.Salimos del pueblo por las empinadas calles y disfrutando de las antiguas casas Serranas de veraneo (que contraste con los horrorosos adosados que hay en la entrada del pueblo) Al poco rato llegamos al Euro forum y dejamos la carretera para tomar un sendero que ya picaba pa arriba. Este sendero arranca justo a la izquierda de la presa.  Una vez llegados arriba ya se contempla el pantano, que estaba congelado. El sendero da una tregua y va llaneando hasta llegar a la parte de atrás del pantano. Donde tomamos una senda forestal con una pendiente pronunciada pero tampoco extrema. Esta pista transcurre entre un denso bosque de pinos. El camino es bueno, pero había que tener cuidado en las zonas mas umbrías porque empezaron a aparecer las primaras placas de hielo.

 

 Seguimos avanzando sin problemas, como siempre íbamos charlando. Ya empezaron a aparecer los primeros restos de nieve, y la cuesta aumentaba la inclinación, pero vamos que la subí sin dejarme el pulmón. Al cabo de una media hora llegamos al final de la cuesta, donde había un hueco en la espesura abierto al valle con unas vistas preciosas.

 

Paramos un ratito a echar un piti y hacer unas fotos. La parte más pronunciada del recorrido ya la habíamos superado. Seguíamos subiendo, pero ya durante todo el camino la pista seguía suavemente. Ya todo estaba nevado con una buena capa, pero se caminaba bien sobre la nieve virgen. La temperatura era buena, hacia ya mucho rato que me desprendí del forro polar, y aun así sudaba, y ya estaba con el problema de siempre. Se me empañaban las gafas y no veía nada. A nuestra derecha se veía impresionante El Abantos, ya que en vez de subir directamente, lo estábamos haciendo por otra ruta más larga pero más fácil. Este camino sube por el monte de enfrente para una vez llegado a la cumbre, y cresteando se asciende Al Abantos por detrás.

 

Después de un rato de seguir subiendo llegamos al primer collado. Las vistas espectaculares se ve el otro lado de la sierra. El pico de la Almenara y ya a lo lejos Impresionante Gredos (en primavera los visitaremos).

 

Llegado a este punto ya atacamos la subida final, que por una ancha y nevada pista forestal y suavemente nos lleva hasta la cumbre del Abantos.

 

Bueno a la cumbre exactamente no subimos, sino a un picacho que hay como a unos doscientos metros. Donde hay una caseta de guardabosques con una terraza desde donde hay unas vistas privilegiadas de toda la sierra. Estas literalmente colgado en el vació.

 

Allí en la terraza nos sentamos a descansar. Momento que aprovechamos para almorzar. Corría una ligera brisa fría. Pero se estaba fenomenal, daba el solecito. Una vez más a vista de pájaro se ven los desmadres urbanísticos.

 

Pasada media hora decidimos empezar el descenso. Esta vez en lugar de regresar por donde subimos. Bajamos por la ruta más directa. Y tan directa, es una bajada en línea recta prácticamente, no es muy pronunciada la cuesta pero aun así hay que bajar con la reductora frenando. Y dada la longitud, al final cansa y se cargan mucho las piernas. Esta senda acaba en una carretera y la cogimos, pero una vez avanzados unos 500m nos dimos cuenta que íbamos en dirección contraria y volvíamos a subir. Dimos la vuelta y una vez encontrado el sendero correcto, continuamos hasta dar con un camino que tiene pinta de ser una antigua conducción de aguas tapada con losas de piedra, la cosa estaba un poco peligrosa porque estaban llenas de hielo. Esta parte del camino es muy bonita porque vas entre bosque cerrado y mucho musgo. Acaba en una especie de pantanito pequeñito.

 

Al poco tiempo llegamos a la parte posterior del pantano por el que habíamos pasado por la mañana. Lo bordeamos y al poco tiempo ya estábamos en el pueblo. Buscamos una terracita donde tomar un refrigerio y estaban todas llenas. Nos metimos en un bar a por las bien ganadas cervecitas. Luego nos fuimos a la lonja a ver un poco el Monasterio y para hacer unas fotos. Y de vuelta a casa.

 

Es una excursión que esta muy bien, porque se sube a bastante altitud pero se sube suavemente y sin machacarse. Y el premio de encontrarte colgado a mil setecientos y pico metros vale la pena. Total estuvimos caminando cuatro horas y media a ritmo suave, bueno a veces nos embalábamos y teníamos que bajar el ritmo. Fue un buen día y lo pasamos bien.

 

Dado que Charlis estaba pachucho y preparando su salto del charco, fuimos Alberto y yo,

 

Fernando.

 

 

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Descripción de Uxama

Bonita excursión desde el Monasterio que construyó Felipe II en conmemoración de la batalla de San Quintín. Este edificio de estilo herreriano, sobrio en sus formas y materiales fue el punto de partida de una marcha entre pinares.

Recogí a Fernando a las nueve de la mañana y en apenas una hora estábamos en el aparcamiento de la universidad María Cristina, junto a la gran explanada que resalta la belleza granítica de este emblemático edificio. Juan Carlos se había caído de la marcha por una inoportuna fiebre-gripal, así el grupo trotinero se redujo a dos, esto no impidió el paseo.

El día era frío pero soleado con una ligera bruma que limitaba poder degustar de las amplias vistas en la cima. A las diez y veinte, después del oportuno café con porras junto al Ayuntamiento de San Lorenzo del Escorial y con pereza inicial, comenzamos la travesía.

El principio es entre las calles llenas de casas de veraneo con un sabor antiguo pero con bastante gusto constructivo, son edificios con solera. Un poco antes del EuroFoum de Felipe II y nada más pasar un depósito de piedra en remodelación se coge un sendero junto al desagüe del pantano. Aquí ya pisamos por primera vez la nieve camino de la Horizontal. Poco a poco fuimos ascendiendo siguiendo unas placas metálicas azules con un ángulo rojo, camino del Puerto del Malagón (1590).

Era un placer atravesar entre los pinos pisando en tramos la nieve caída una semana antes, que se resistía a desaparecer en las zonas de umbría. Dando vueltas y revueltas ganamos altura viendo algunas vacas y caballos. Eran nuestros únicos acompañantes. Las primeras miraban de manera fija con ojos que me dieron a entender su poca comprensión de ver a dos locos ascendiendo al lado suyo. Hicimos una parada para observar el entorno en un mirador lleno de nieve, la placa oportuna nos informaba del nombre Mirador de los Alerces. Desde ahí se podía ver perfectamente el pantano de Valmayor y la caseta blanca de vigilancia que se yergue en el alto. Se veía toda la montaña llena de pinos con toques blancos de la nieve, la luz se reflejaba en esta y creaba un cuadro muy hermoso.

El frío inicial se convirtió en sudor generado por el esfuerzo de una ascensión en ciertos momentos agobiante, pero que llena de orgullo al verla sometida a nuestro empeño. Íbamos bien y contentos por la suerte de día que estábamos teniendo. Continuamos la excursión a nuestro ritmo más querido, puramente cochinero, entre pinos y piornal. La luz reflejada en los neveros helados me fascinaban y hacían unos encuadres preciosos. Ya en el alto del Malagón el suelo se lleno de nieve blanda y se podía ver el pantano y las tierras segovianas. Todavía nos quedaban otros doscientos metros de desnivel, ya mucho más suave. La fotos fueron imprescindible y el buen humor reinaba. Avanzamos por la carreterilla y con posterioridad por un camino forestal pisando nieve, en una más suave pendiente. Teníamos el valle a nuestra derecha con pinos silvestres y colores brillantes. Cuando la cabeza está rodeada de belleza las distancias se acortan.

En poco más de veinte minutos llegamos a la caseta de observación. Era la una y las vistas sobre San Lorenzo y del Escorial eran extraordinarias. Se pueden ver las cúpulas del monasterio y su forma de parrilla, en conmemoración del tipo de muerte que tuvo el santo, patrono de la población. También se pueden ver las colonias de adosados que se elevan hacia el monte, pareciendo que pugnan por ocuparlo, como si fuera un ejército a punto de emprender un ataque antiecológico contra una montaña de árboles apretados y defensores de su posición. También se puede ver el pantano de Valmayor y más allá entre una ligera bruma la ciudad de Madrid. En esta atalaya de 1755 metros se distingue la barrera montañosa de la sierra.

Nos sentamos en la terraza de rejilla de metal de la caseta de observación de incendios a tomar el bocadillo. Al resguardo del viento y absorbiendo los rayos del Sol se estaba cómodo. El bocata de foie-gras me supo a gloria y me hizo recordar mis meriendas infantiles. Estuvimos sentados media hora satisfaciendo los sentidos desde este mirador. La bajada la cambiamos y la hicimos más directa desde la fuente del Cernubal. La nieve era más abundante pero estaba blanda y no helada. Por momentos me imaginé tirándome sobre ella como si de colchón de plumón fuera, pero resistí la tentación para no mojar la ropa y la ligera brisa me dejara helado. El agua de la fuente era fría y cortaba aguantarla, pasaba los dientes.

Entre pinos y por un camino lleno de ramas secas transcurre el recorrido hasta llegar al pantano del Escorial. Para llegar a este cogimos un enlosado helado de piedra que tapa una canalización. Este fue uno de los trozos más bonitos. La umbría, los árboles y la nieve presentaban un cuadro melancólico y entrañable. A las cuatro de la tarde llegábamos de nuevo al inicio del recorrido. Estábamos satisfechos de la ascensión realizada y dispuestos a degustar una rubia cerveza que recuperara de los sudores padecidos. Estos bosque fueron cazaderos de Felipe II y gracias a Dios se han conservado para el deleite de los que se atreven a pasearlos con los ojos abiertos y con ganas de disfrutar de lo que les da la naturaleza.

Uxama

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